Una tragedia espantosa

viernes, 19 de junio de 2009


La historia está llena de estos episodios horrendos, que siguen repitiéndose día a día.


Barranquilla está consternada ante un acto de violencia demencial, que la estremeció hasta sus cimientos: en el barrio Me Quejo, un hombre, en un acto horripilante, mató a su mujer a martillazos –delante de sus propios hijos de 4 y 7 años- a quienes obligó a presencia el hecho.
El asunto no terminó ahí. El individuo, llamado Johnny Ortiz Suárez, luego de golpear como una fiera a su compañera, Eucaris Suárez de Oro,la colgó mediante una soga de la viga del techo de su residencia. Acto seguido, tomó la misma cuerda y se ahorcó, muriendo junto con ella en el mismo cadalso.
Las autoridades no fueron muy explícitas sobre el caso, si bien dejaron entrever la posibilidad de que todo haya sido por motivos pasionales.
Los noticieros nacionales le han dado extraordinaria publicidad al hecho, tal como aconteció hace poco, con algo que sucedió en Bogotá-
Pero…¡Qué hay en el fondo en el comportamiento del hombre que lo obliga a tales monstruosidades? ¿La situación convulsionada del país? ¿El hambre? ¿Los celos? Los sicólogos tienen la última palabra pero en los procedimientos del hombre, priman los ancestros, la génesis.
Y esta información genética se ha transmitido a través de los siglos, como en las tragedias griegas-


Atreo y Tiestes
En la mitología griega –nadie sabe en qué momento la mitología se convierte en historia o viceversa- Atreo y Tiestes eran dos hermanos, que aspiraban al trono de Pisa. Por desobedecer a su padre fueron desterrados a Micenas, donde Atreo Llegó a ser rey, pero tanto él como su hermano, anhelaban el trono de Pisa.
Mediante una estratagema, Tiestes logró ganarlo, pero al mismo tiempo, sucumbió ante los encantos de Aérope, mujer de Atreo.
Poco le importó a Tiestes. Utilizando diversos medios, logró seducir a la esposa de su hermano . Cohabitó con ella y siguió viviendo con su hermano como si nada hubiera ocurrido.
Los dioses entonces, y esto es mitología, ayudaron a Atreo a recuperar el cetro y le revelaron lo que ocurría entre su esposa y su hermano.
Atreo concibió una venganza terrible y aquí se confunden de nuevo la historia y la leyenda. Su venganza consistió en matar a los hijos de Tiestes –Tántalo, Plístenes, Aglao, Orcómeno y Calimadante- los cocinó y después le sirvió su carne a su hermano, a quien había invitado para un suculento banquete.
Pero la venganza no estaba concluida: al final de la cena, Atreo ordenó que le presentaran a Tiestes las cabezas, las manos y los pies de sus hijos, quienes fueron la carne de la comida.
La historia no termina allí, pues Tiestes también se vengaría, pero eso ya no viene al caso. Lo que sí queda planteado en ambas tragedias, es que en el espíritu del hombre subyace ese sentimiento espantoso, sanguinario y atroz que lo obliga a cometer los actos más desquiciados y aberrantes. La humanidad se conmueve pero al día siguiente, el espanto se repite y quizá de mil formas peores.