Desde Giuseppe Verdi hasta Michael Jackson

martes, 7 de julio de 2009


¿Qué tiene la música que convoca tanto, incluso a la hora de la muerte de sus cultores? Dos sepelios, dos historias, dos siglos.

El fasto increíble que rodeó el sepelio del “Rey del Pop”, Michael Jackson, supera todo lo imaginable. ¿Vender boletas para presenciar un sepelio? Parece ciencia-ficción, pero más de un millón de personas solicitaron el tiquete de acceso al acto fúnebre. La humanidad nunca había previsto algo similar. Ataúd de oro, personalidades de todo el orbe presentes en el sitio, las cadenas de televisión y radio de todo el mundo, los periódicos e Internet, lograron el milagro. Sin duda, las exequias más vistas y comentadas en los siglos de existencia del hombre.

“Jamás ha habido algo parecido”, comentó un periodista y sin embargo…

Sin la presencia de la tecnología actual, sin la importancia que hoy tienen los medios de comunicación, es más, en una época en que éstos casi no existían –sólo los periódicos, y unos cuantos fotógrafos- otro exponente de la música, Giuseppe Verdi había logrado –de manera proporcional, por supuesto- despertar el fervor de más de 200000 personas, quienes acompañaron su cuerpo a las profundidades de la fosa. La radio, y mucho menos la televisión, habían sido creados por el hombre. Internet no había sido soñado siquiera. Pero en ese final del siglo XIX, algo similar a lo de Jackson ocurrió con Giuseppe Verdi.

Aida en el Canal de Suez y el sepelio de Verdi

En 1869, el jedive –rey- de Egipto, Ismail Pasha, le solicitó a Giuseppe Verdi , el genio de la música de la segunda mitad del siglo XIX, que compusiera una ópera que sería estrenada en la inauguración del Canal de Suez, una obra con la que todo el mundo soñaba.

Francia y Egipto financiaron la compañía de Fernando de Lesseps para que ejecutara la obre que unía al Mediterráneo con Asia y Africa y a Gran Bretaña con su colonia más importante: La India, la gran despensa de Europa.

Para la inauguración de este monumental ejemplo de ingeniería, el jedive Ismail Pasha entró en contacto con Verdi, quien estaba retirado de la música. Para no complacer al mandatario egipcio, el músico pidió la exorbitante cifra de… ¡100.000 francos! Eran algo más del presupuesto anual de un país, pero Ismail Pasha decidió que estaba bien, Y Verdi ya no tuvo excusa.

La ópera no se presentó el mismo día de la inauguración del canal porque Francia y Prusia estaban enfrascadas en una guerra que sería precursora de la primera confrontación ecuménica.
Pero el 24 de diciembre, la obra se presentó en Egipto, su escenario natural, pues el libreto, creado por Edouard Marriette, tenía como fondo una guerra ficticia entre Etiopía y Egipto, que sería de marco al triángulo amoroso entre Amneris, hija del rey egipcio, Aida, vástago del soberano etíope y Radamés, comandante de los ejércitos de Egipto.

¿El ataúd de Michael Jackson era de oro? Pues bien. La corona que utilizó en esa representación de 1871 Eleanora Grossi en el papel de Amneris era de oro puro y la que lucía Pietro Monsigni en el papel de Radamés, era de plata. Varios jefes de estado, Eduardo VIII rey de Inglaterra, Juan Carlos I de Borbón, monarca español, Víctor Manuel I emperador de Piamonte y Cerdeña y una delegación enviada por Teodoro Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, se hicieron presentes en el estreno de la obra.
La ópera, desde luego, fue un inmediato suceso mundial. Tal fue el éxito que a Verdi, aparte de los 100 francos, le regalaron una batuta elaborada toda en marfil; una estrella de diamantes, el nombre Aída elaborado en rubíes y el suyo, Verdi, en esmeraldas. ¿Se parece esto con lo ocurrido con Michael Jackson?
El regreso de Verdi a Italia fue épico. Tanto que el emperador Víctor Manuel, quien ya conocía el acrónimo creado por sus seguidores, VERDI, era dedicado al músico. “No” le contestó el músico. “Eso sólo quiere decir lo que Ud. Ya sabe: Vittorio Emannuelle Re de Italia”, inciales que por extrañas coincidencias forman el apellido del inmortal creador.

Desde luego, a un triunfador así, el pueblo no tenía más remedio que adorarlo. Además, su participación en política respaldando la unidad italiana que se lograría en 1919, hizo que el fervor de sus compatriotas hacia él, aumentara en forma considerable.
Aunque había pedido que su sepelio se celebrase en la Casa de Reposo Para Ancianos donde pasó sus últimos años, y que se hiciese de manera “humilde y muy modesta, sin música”, sus seguidores no lo atendieron. 200 mil personas lo acompañaron, interpretando de aria Il va pensiero, de su ópera Nabucco, sonsiderada una de las más importantes en su obra musical.
Una verdadera exageración, algo mostruoso para un mundo de 1000 millones de personas -hoy tiene más de seis mil millones- sin radio, cine televisión y, desde luego, mucho menos Internet.
Hay que recordar que Giuseppe Verdi murió en 1898 finales del siglo XIX.
Sus exequias fueron tan grandes como su gloria, tal como se aprecia en las imágenes que ilustran este parangón con Michael Jackson, sepultado en este siglo XXI.
¿Es que la música convoca tanto? ¿Por qué sus cultores adquieren esa imagen de semidioses que se revela en sus funerales?
Pero estos son sólo dos ejemplos. Habría que citar también a los latinoamericanos Pedro infante y Jorge Negrete, a Frank Sinatra y aún al colombiano Rafael Orozco cuyas muertes paralizaron a sus países e hicieron llorar a casi todos sus admiradores.