De los sanfermines en Pamplona a las corralejas en Colombia

sábado, 11 de julio de 2009


Dos historias y dos culturas similares

“El protagonista humano será siempre el mismo; juguete de la vida de la eterna batalla entre el bien y el mal ": Séneca

“Uno de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril, 5 de mayo, 6 de julio….¡San Fermín!”. Este cántico anuncia las famosas festividades de Pamplona, España, en las que la alegría, la bebida y lo que es más importan, los toros, son la comida de diaria de ibéricos y turistas extranjeros.
Hemingway inmortalizó esta conmemoración en su “The sun also rises”, traducido al español como “Fiesta”, que motivó a muchos veraneantes de Europa y el resto del mundo para asistir allí de forma masiva. La edición de este año 2009, finaliza en el fin de semana, luego de haber tenido a millones de televidentes en todo el mundo pendiente de ellas.
Estos jolgorios, se organizaban en el mes de octubre, pero para eludir el mal clima, fueron trasladados a julio, para aprovechar la llegada del verano. San Fermín fue obispo de Amiens y por contradecir algunas doctrinas cristianas fue encarcelado y decapitado. Se festeja su día el 6 de julio, lo que en Pamplona se tomó como base de la celebración de los encierros, el espectáculo cumbre de la fiesta.
Los encierros, son el ancestro de las corralejas colombianas. Se cierran algunas vías y se sueltan toros de hasta media tonelada de peso, tras una gran cantidad de corredores, cuya meta es llegar hasta el sitio final del encierro, sin ser tocado por una de estas bestias. En la Edad Media, fecha de su inicio en 1591, no participaban 50 corredores. Hoy en pleno “siglo de las luces”, varios centenares de personas se disputan el honor de hacer parte de la élite que salta, arrojada, valiente, a hacer frente –o mejor, huir de los asesinos astados. Este año hubo un muerto, pero lo eterno siempre prevalecerá sobre lo efímero. Los sanfermines continuarán así hasta el fin de los tiempos.

Corralejas en Colombia

Las festividades en el país, tuvieron como base no la conmemoración, sino unas prácticas para arrear ganado y practicar el manejo del mismo, siendo premiados los más diestros en acción.
Como tales, tuvieron su sede en Sincelejo tal vez en 1845 y al igual que los sanfermines de Pamplona, se celebraban en octubre, día del patrono regional, San Francisco de Asís.
Pero por la misma razón que los pamploneses –quizá sin conocer la historia- fueron traspuestas al mes de enero por los sincelejanos, quienes como sus ancestros de Pamplona, huyendo de las lluvias y otras inclemencias del clima, tomaron la decisión de reimplantar la conmemoración.

Uno de sus grandes impulsores y mecenas, fue Sebastián Romero, rico hacendado de la región, quien consiguió trasladar de manera oficial la celebración hacia enero y de manera concreta al día 20, en la que el ganadero cumplía años pues nació un 20 del primer mes del año, día en que la Iglesia Católica rinde tributo a San Sebastián, también mártir como San Fermín (¿Extrañas coincidencias o sólo el espíritu del hombre que se eterniza a través del tiempo’)
Muchos han hablado de suspenderlas, pretextando tragedias que, como en San Fermín, son muy alejadas y, en muchos casos, ajenas a las fiestas. Pero tal como ocurre con los pamploneses, los costeños seguirán disfrutando de su ejercicio. No ha habido un Hemingway que se preocupe por mostrarlas al mundo en un bestseller, pero no pasará este siglo sin que suceda.