A 226 años del nacimiento de Bolívar

jueves, 23 de julio de 2009


La Constitución que redactó para Bolivia en 1826 causa hoy grandes controversias en América Latina. Aquí se desnuda parte del pensamiento político del Libertador

Uno de los mayores inconvenientes que tuvo Bolívar en su empeño por unir a América Latina, luego de consolidar la Gran Colombia, fue la Constitución de que dotó a Bolivia o Alto Perú, en 1826. Esta independencia que fue lograda tras las batallas de Junín y Ayacucho –brillantes victorias obtenidas por el ejército del mariscal Antonio José de Sucre- sobre las fuerzas españolas -la ratificó Bolívar en 1826, separando a los dos países, Bolivia y Perú, que habían estado unidos hasta entonces.
La Constitución boliviana, elaborada por el propio Libertador, señalaba que el presidente debía ostentar el cargo de por vida, teniendo la potestad de elegir él mismo a su sucesor, a usanza de las monarquías europeas de aquel entonces.
“Dadme un punto de apoyo, decía el antiguo, y removeré el mundo. Para Bolivia este punto es el presidente vitalicio. En él estriba todo nuestro orden”, señala en el documento que elaboró para presentar la Constitución. Pero hay más.
Refiriéndose a lo acontecido con la entonces próspera república de Haití, donde Alejandro Pétion se declaró mandatario para siempre, Bolívar afirmaba: “Prueba de que un presidente vitalicio es la inspiración más sublime en el orden republicano es lo que ocurre con Haití El presidente de la república nombra al vicepresidente para que administre el estado y le suceda en el mando. Por esta providencia se evitan las elecciones, que producen el grande azote de las repúblicas”.
En este documento previo a la Constitución en sí, se muestra algo del pensamiento político del Libertador, cuatro años antes de su muerte. Ya sus sueños no eran libertarios.
La inflexible posición de Bolívar, que es seguida hoy por un buen porcentaje de los mandatarios de Latinoamérica, también expresa su filosofía en relación con los cambios que han de darse. “He pensado que la Constitución boliviana debe reformarse por períodos, según lo exige el movimiento moral del mundo. Los trámites de la reforma se han señalado en los términos que he juzgado más propios para el caso”.
Esta redacción causó en forma inmediata una reacción, primero de sorpresa y luego de desagrado, en José Antonio Páez en Venezuela y Francisco de Paula Santander en Colombia. Sin embargo, Bolívar se mantuvo firme. Indicaba que ésa era la única forma para enfrentar a la anarquía, que se suscitaría por parte de “quienes ayer eran esclavos y hoy se cree cada uno de ellos, conductor de naciones”.
Ese pensamiento, que presentó ante a la Convención de Ocaña en 1828, cuando ejercía el cargo de presidente de Colombia, fue lo que lo llevó a la dictadura, considerando que “La Convención de Ocaña no pudo ejecutar las reformas que ella misma había considerado necesarias y urgentes y se disolvió por no haber podido convenir sus miembros en los puntos más graves. Después de una detenida y madura deliberación, he resuelto encargarme, como desde hoy me encargo, del Poder Supremo de la República, que ejerceré con la denominación de Libertador-Presidente que me han dado las leyes y los sufragios públicos”
“Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad del pueblo, me obligaron a aceptar la dictadura , “sigue diciendo Bolívar, para terminar con una frase que hoy han retomado-aunque con distintas razones- Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Hugo Chavez en Venezuela, Álvaro Uribe Vélez en Colombia, Daniel Ortega al mando de los sandinistas en Nicaragua, quienes obtuvieron de sus respectivos poderes legislativos la reforma de las Constituciones en sus países para ser reelegidos.
¡Colombianos! No os diré nada de Libertad porque si cumplo mis promesas seréis más que libres: seréis respetados; además, bajo la dictadura ¿Quién puede hablar de Libertad? ¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo! “
Bolívar lamentaba con una amarga ironía que quizá se había equivocado al lograr su sueño de emancipar a los latinoamericanos. “No quieren monarquías, ni vitalicios y menos aún aristocracia. ¿Por qué no se ahogan de una vez en el océano estrepitoso y alegre de la anarquía? Esto es bien popular y por lo mismo debe ser lo mejor, porque, según mi máxima, el soberano debe ser infalible”, escribió en una carta al Mariscal Sucre.
Estas desgarradoras frases, revelan la impotencia de Bolívar, viendo como se desmoronaban sus sueños de verdadera independencia. ¿Tendría razón el Libertador al señalar que América Latina no estaba preparada para asumir que la libertad era su peor enemigo? ¿Será que si no hay un gobierno fuerte, una especie de dictadura civil, la indisciplina y la anarquía llevarán al caos total a estas repúblicas?
La Historia dice que dos dictaduras, contrarias en sus principios y adversarias desde todo punto de vista, han tenido cierto éxito: Cuba, bajo la mano dura de Fidel Castro es un país sin miseria, con pobreza a causa de los embargos, pero con el mejor nivel educativo y en salud que hay en los países de habla hispana. También se señala que Augusto Pinochet –según informes del Banco Mundial- hizo de Chile la economía más sólida de toda América Latina.
¿Tendrán razón, entonces Hugo Chávez, Álvaro Uribe Vélez, Rafael Correa , Evo Morales y Daniel Ortega, en Venezuela, Colombia, Ecuador. Bolivia y Nicaragua cuando quieren ser reelegidos? También la historia lo dirá.

“El protagonista humano será siempre el mismo, juguete de la vida de la eterna batalla entre el bien y el mal” : Séneca