El fracaso de Bariloche

sábado, 29 de agosto de 2009

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Discusiones bizantinas, ofensas y al final, un comunicado que no aprueba pero tampoco desaprueba la instalación de bases militares de E.E.U.U. en Colombia.

Foto Unasur

De la noche a la mañana, Bariloche se convirtió en una réplica miniaturizada y caricaturizada, del Imperio Bizantino.

Desde su creación, como un apéndice del Imperio Romano, bajo el mandato de Justiniano I, esta ciudad fue el epicentro de unas discusiones ociosas, estériles, que jamás terminaban, porque sus protagonistas estaban decididos a que así fuera.  Sus habitantes casi no trabajaban y se limitaban a pasar el tiempo, debatiendo temas inútiles. “Discutir para no dejar de discutir”, era la máxima que según el historiador francés, Hipólito Taine, se utilizaba de manera constante entre la población.

Taine definía los bizantinos como “desocupados y vacuos” y “un pueblo de teólogos sutiles e idiotas fanfarrones”.

El historiador afirmaba esto, al conocerse que mientras los otomanos estaban a las “puertas de Constantinopla para apoderarse del Imperio, los dirigentes estaban absortos en polemizar sobre el sexo de los ángeles”. 

La historia de la pasada reunión  de los países del sur de América para debatir la crisis diplomática entre Colombia, Ecuador y Venezuela, fue un enfrentamiento entre posturas irreconciliables, con unos mediadores que no tomaron decisión alguna, y así lo demuestra el comunicado que suscribieron al final.

El presidente Álvaro Uribe, siguió señalando que las bases militares de Estados Unidos iban a ser instaladas en Colombia y Ecuador, Venezuela y Bolivia diciendo que las rechazaban y que se estaba al borde de una guerra.

Fueron siete horas de discursos, de desperdicio de oratoria, tiempo y dinero, dado que las partes en litigio jamás se iban a poner de acuerdo.

¿Valió la pena gastarse tantos millones de dólares para la famosa Cumbre de Bariloche de Unasur en la que no se llegó a ningún acuerdo? ¿A qué fueron, en concreto, los presidentes a Argentina?

Gabriel García Márquez cuenta en Cien Años de Soledad que José Arcadio Buendía, cuando estaba loco, se negó a jugar una partida de ajedrez con el cura del pueblo, el padre Ángel.

“Es que no entiendo una contienda en la que ambos adversarios están de acuerdo en los principios”, señala el Nobel de Literatura que dijo José Arcadio.

Y es cierto. Uribe iba a ser fiel a sus principios sobre el acuerdo militar con Estados Unidos y Correa, Evo Morales y Hugo Chávez, a reafirmar que no restaurarían relaciones amistosas con Colombia, si su mandatario persistía en la decisión.

Entonces…¿Para qué la reunión en el Sur? Se esperaba un pronunciamiento enérgico por parte de los demás asistentes al evento, pero el comunicado que emitieron, fue un disolvente para las esperanzas de la opinión pública.

Durante siete horas deliberó la cumbre de presidentes de América del Sur, y tras largos debates, sus posturas fueron laxas, desvigorizadas, sin un real pronunciamiento para enfrentar la difícil situación diplomática que viven las tres naciones en litigio.

Luiz Inacio Lula, presidente de Brasil, rechazó las bases militares, pero no dijo si la instalación de las mismas. implicaba una ruptura de relaciones con el gobierno de Uribe. Por el contrario, se molestó porque las discusiones sobre el tema no paraban, le dio un puñetazo a la mesa, y le dijo a Cristina Fernández, mandataria argentina que “la próxima vez invítanos a pasar un fin de semana y a no estar encerrados con estos paisajes bellísimos que nos regalas”.

Tabaré Vásquez, por su lado, dijo que “Uruguay aboga para que no se instalen las bases y las rechaza, porque desde hace 200 años hemos rechazado la intervención en nuestro territorio de América Latina”, pero no dijo que reacción iba a presentarse en país, si Colombia permitía la instalación. Acto seguido se fue de la reunión.

Más rimbombante, pero nula en materia de conclusiones, fue la declaración de Cristina Fernández de Kirchner, presidente de Argentina, quien señaló que “esta alteración de nuestra América del Sur, debe ser abordada con mucha responsabilidad por parte de todos nosotros, porque no es aceptable que vivamos un clima como el que estamos viviendo”. ¿Rechazo a las bases militares? ¿Aceptación de las mismas? ¿O todo lo contrario?

Fernando Lugo, de Paraguay tampoco estuvo de acuerdo o en desacuerdo. Sólo se limitó a señalar que estaba dolido. Después de las siete horas de debate, dijo que “nos duelen estas crispaciones entre  dos países hermanos”, y nada acerca de la instalación de las bases militares.

El peruano Alan García, dijo que “es una de las paradojas de nuestras reuniones, Venimos, decidimos algo y después, hacemos lo que nos da la gana”. Se dedicó a piropear de manera insistente a la presidenta argentina y a hacer bromas con su homólogo de Ecuador, Rafael Correa. “Yo sí se seducir con respeto a una mujer casada. No como tu Correa”, dijo tras las siete horas de discusiones.

Ronald Venattian, de Surinam, dijo nada más “esto está muy largo. No me meto”, y dejó de intervenir en la reunión.

Al final, Colombia se mantiene en la instalación de las bases, y Ecuador y Venezuela, afirmando que no habrá acercamientos si eso se produce.

Lo mismo que antes de la reunión, Las posiciones –tras las siete horas- son las mismas. ¿Para qué entonces la cumbre?